Voces ante el caos: Nicolás Ramos, López de Castro y Dávila y Padilla frente al contrabando en La Española



Historiador: Casimiro Medina.-

Es conocido que el arzobispo Nicolás de Ramos escribió al rey Felipe II de España en 1594 para expresar su preocupación por el creciente proceso de contrabando que se desarrollaba en la llamada Banda del Norte. De igual forma, aunque de manera más detallada, explícita y coherente, lo hizo Baltasar López de Castro, quien incluso llegó a realizar recomendaciones concretas.


López de Castro fue enfático en su postura: proponía que los pueblos de la Banda del Norte fueran trasladados a los alrededores de Santo Domingo, con el objetivo de evitar la influencia de los contrabandistas.


En el año 1601 se decidió que la Armada de Barlovento se encargaría de vigilar y combatir a holandeses e ingleses en el mar Caribe. Sin embargo, esta medida nunca se materializó: la armada no salió de las aguas españolas y Felipe III se vio obligado a cancelar el plan.


Es importante señalar que el contrabando con comerciantes portugueses creció de forma desmedida. En un principio, estos eran los preferidos por los colonos, debido a ciertas similitudes culturales y lingüísticas. Además, los pobladores de la isla atravesaban una situación difícil y necesitaban con urgencia ropa, utensilios domésticos, herramientas y otros bienes básicos que dependían del suministro desde la metrópoli, la cual no estaba en condiciones de abastecer adecuadamente, debido a la débil industrialización del reino.


Baltasar llevó su preocupación ante el Consejo de Indias en varias ocasiones, hasta que finalmente este adoptó sus propuestas, reconociéndolo como “el hombre del buen discurso y práctico de aquella tierra”. Fue entonces, en 1603, cuando el Consejo de Guerra tomó la decisión de acoger sus recomendaciones, que incluían el despoblamiento de Puerto Plata, Bayajá y La Yaguana.


Tras la muerte de Nicolás de Ramos, fue designado Agustín Dávila y Padilla como nuevo arzobispo, quien asumió una postura firme frente al contrabando. Ordenó investigar la situación de los vecinos en la Banda del Norte, constatándose que tanto la religiosidad como la vida ética en esas zonas eran muy distintas a las de Santo Domingo y la parte sur de la isla. Por ello, quienes se pronunciaron sobre el contrabando advertían que, de continuar estas violaciones a las normas establecidas, se corría el riesgo de perder la isla, especialmente ante el auge del protestantismo.


Así, en 1604, el rey Felipe III concedió formalmente la autorización para llevar a cabo las devastaciones, y quien llegó con las cédulas reales para ejecutarlas fue Baltasar López de Castro.


Continuará...


Historiador: Casimiro Medina

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